Durante estos últimos meses he tenido la oportunidad de «volver al cole».
Iba para enseñar técnicas de relajación a un grupo de maestras. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que, en realidad, esta vuelta al cole tenía un significado personal más profundo.
Hemos pasado muchas horas entregadas al movimiento, la respiración, la improvisación, el juego, el masaje, el ejercicio y la meditación. He visto en sus rostros cansancio, ansiedad, preocupación y también apertura, ganas, dedicación, responsabilidad y amor.
Se han consagrado a la aventura de relajarse, de dejarse llevar, soltar miedos y recuperar el contacto con su infancia y sus emociones en estado puro.
Gracias a ellas, he abrazado y honrado a todas las profesoras y profesores que he tenido. Especialmente a aquellas y aquellos que juzgué y critiqué. También de ellos aprendí.
Y también he abrazado a las maestras de mi familia: mi abuela, mi madre, mi tía y mi prima.
Gracias a todos mis maestros y maestras en la vida por enseñarme cada día.
Gracias a la niña curiosa e inquieta que habita en mi interior.
Gracias a este grupo por esta experiencia transformadora.