Nuestro sistema nervioso se encuentra en constante actividad, pues se encarga de regular nuestras funciones vitales, y procesar toda la información que recibimos, y también, los pensamientos que generamos.
Para que nos hagamos una idea, algunos autores han calculado que recibimos más de 10.000 estímulos visuales y auditivo. Y a estos hemos de sumar otro tipo de estímulos (olfativos, temperatura, ondas electromagnéticas, etc.) que registramos consciente e inconscientemente. Y por si esto fuera poco trabajo para nuestro cerebro, además producimos más de 100.000 pensamientos diarios.
La mayor parte de toda esta gran cantidad de pensamientos, no se dirige a otra persona. Hablamos muchísimo con nosotros mismos; en realidad, la persona con la que más hablamos es con nosotros mismos.
Es sumamente importante que empecemos a tomar conciencia de nuestros pensamientos: ¿cuáles son? ¿cómo son? ¿qué palabras empleamos? ¿qué tono y qué ritmo tienen? ¿cuál es su trasfondo? ¿y su objetivo? ¿nos gusta como nos hablamos? ¿qué efecto producen esos pensamientos en nosotros? ¿preferiríamos hablarnos en otro tono? ¿Qué y cómo nos gustaría comunicarnos con nosotros mismos?
¿En qué nos beneficia tomar conciencia de nuestros pensamientos? En primer lugar, saber qué y cómo pensamos, nos va a permitir conocernos mejor. Vamos a observar y a descubrir que en ocasiones nuestros pensamientos nos asaltan, nos invaden, nos sobrepasan, nos limitan y no nos ayudan a sentirnos mejor. Darnos cuenta de esto puede sorprendernos, o incluso desanimarnos un poco. Sin embargo, es muy útil, aunque en un primer momento pueda parecernos todo lo contrario.
Una vez sepamos qué nos decimos y cómo lo hacemos, podremos empezar a cambiar nuestros pensamientos por otros más afines y concordantes con nuestros deseos, necesidades, motivaciones y objetivos.
Quizás nos demos cuenta de que necesitamos reducir nuestro volumen de pensamientos, porque nuestro sistema está al borde del colapso y nos cuesta concentrarnos. O tal vez necesitemos pensamientos más amables y compasivos para con nosotros y con el resto del mundo. A lo mejor, descubrimos que hemos adoptado de otras personas, maneras de pensar y proceder que tienen muy poco que ver con nuestra verdadera naturaleza.
Tomar conciencia, es el primer paso para cambiar.
Las personas tenemos una capacidad de pensamiento ilimitada e inigualable y podemos transformar nuestra realidad transformando nuestros pensamientos. Cuando cambiamos nuestra manera de pensar, cambiamos por completo y todo cambia.
¿Te animas a explorar tus pensamientos y a descubrir si necesitas cambiarlos por otros?
Si tu respuesta es “¡Sí!” y necesitas ayuda en este proceso, escríbeme a bea@oamuk.net